jueves

Fantasmas

A veces hago cosas equivocadas, o no sé. Oasis cumplió años la semana pasada y yo le envié un mensaje de cumple. Siempre tan impulsiva, sin escuchar las voces interiores que me decían 'cuidado, Olivia, ¿para qué invocar a los fantasmas?', '¿no decidiste ya que los oasis son siempre espejismos?', 'deja dormir a tus fantasmas, Olivia'. Claro, Olivia no escuchó y abrió la ventana y dejó entrar al fantasma. Mejor dicho, fue en busca del fantasma. Y escribió el mensaje.

Fue algo muy escueto, dos líneas no más. Solo para recordar a oasis que había una Olivia por ahí que recordaba, que lo recordaba. (Debo admitir que me cuesta olvidar, aunque no haya mucho que recordar, pero los oasis no se olvidan fácilmente). Y, bueno, vino la respuesta escueta de una línea que me agradecía. Y si hubiera dejado ahí las cosas, al fin y al cabo ya obedecí al impulso... Pero no, hubo otra respuesta diciendo que siempre me acuerdo de él. Y hubo respuesta de él: también se acuerda de mí pero tiene que respetar mis decisiones. Y ahí ha quedado todo.

Esta Olivia quisiera seguir, decir que no esperaba que fuera tan obediente, decir que esperaba que él luchara por ella, que quisiera quedarse. Pero otra vez las vocecitas: 'Olivia, ¿no ves que no le interesas?'. Es obvio, no le intereso... Supongo que será hora de ahora sí dejar ir al fantasma o esperar (¿más?) que el azar vuelva a convocarnos. En fin, estoy empezando otras cosas, quizá el amor no tenga cabida por el momento, quizá no deba volver a enamorarme de los hombre de noviembre, quizá sea más fácil encogerme de hombros y seguir. Además, es obvio, no le intereso.
Porque si le interesara...

martes

Mudanzas

Resulta que esta es la última noche en mi casa. Mi primer departamento de soltera. La primera experiencia de independencia total. Esta noche todo es un caos. La casa está repleta de cajas y de bolsas. Los estantes están vacíos. Poco a poco mañana todo se irá quedando vacío, sin mi. Parece mentira que cuando llegué aquí solo tenía mi cama, un velador, la mesa de la tele, la tele y un estante. Ah, y dos pufs. Era un sitio demasiado grande para mis cuatro cosas. Y poco a poco lo fui transformando en mío, poniéndole mucho de mí y también de otros que fueron algún día parte de mí.

Aquí en esta casa han pasado cosas importantes. He vivido muchísimas historias. He disfrutado mucho. Y también he llorado mucho. Creo que una de las cosas que más me ha gustado de vivir sola es que puedes desahogarte todo lo que quieras, sin tener que taparte la cara con la almohada, sin tener que fingir que no pasa nada, sin tener que ponerte máscaras. En esta casa he aprendido a llevar mi vida, he aprendido, en la soledad, que una no debe nunca arrepentirse de las decisiones. Que una sí puede volverse más sabia. En fin, muchas cosas.

Quedan aquí muchos recuerdos. Romances, amores, historias. Quedan tertulias interminables con los amigos, con los vecinos, con la familia. Quedan planes, trasnochadas, quedan las jaladas de pata que hice este año. Quedan muchas cosas. La luz de la mañanita que entraba por la ventana. La alfombra sucia. El walk in closet más hermoso que tendré en la vida. La vista al departamento del frente. El mesón que me quedaba perfecto para escribir. Queda el sitio ideal de mi Tábara. Quedan los clavos que clavó Carlitos para llenar mis paredes. Quedan los dos ambientes que logré con el estante y el biombo. Queda la cocina que mediofunciona. Quedan los cables a borbotones. Queda la cama que se rompió una noche de diciembre. Queda una Olivia. En fin, quedan muchas cosas. Y otras tantas me llevo.

Este tiempo de alguna manera ha sido extraño. Estoy sintiendo que es un tiempo en el que cambio de muchas cosas. Casi casi cambio de piel, como las serpientes. Sí, es eso. Es un cambio de piel. Una mudanza completa. Un inicio. Es como si de verdad la Olivia que va a entrar a la nueva casa fuera otra. Me siento un poco más definida, por decirlo de alguna manera, un poco más contenta, con ganas de hacer muchas cosas. En fin, siento como que crecido mucho en este tiempo y que el tiempo de la cosecha se está acercando. Eso...

domingo

Manía de correr

Vuelve Olivia Gump, solo que esta vez no hay ningún incentivo amoroso en la carrera que ha emprendido. Olivia Gump ha superado los obstáculos, al menos los ha dejado de lado, y se ha embarcado en nuevas y emocionantes maratones. Pero, eso sí, no ha perdido la manía de correr.

Pues sí, no he perdido la manía de correr. Me he dado cuenta esta semana. La vida va a un ritmo demasiado vertiginoso, tan vertiginoso que cuando camino por la calle me sorprendo corriendo. Sí, no estoy exagerando. De pronto me doy cuenta de que camino rapidísimo, de que corro. Y no solo es cuando camino. También pasa cuando como o cuando escribo, también cuando leo o cuando doy clases. Es impresionante lo rápido que voy y lo corto que me parece el tiempo.

Es como si hubiera descubierto que el secreto de la vida consiste en volar. Volar aprovechando cada milímetro de cielo disponible. Volar cubriendo con tu sombra absolutamente todas las parcelas de la tierra. Volar de tal manera que tanto los pájaros como los hombres perciban de ti únicamente un halo. Volar, volar tanto y tan rápido que si alguna vez llegas a casa solo sueñes con alzar el vuelo otra vez.

Sí, correr y volar. La vida es demasiado corta como para detenerse. Hay millones de cosas que hacer y muy poco tiempo. Hay mucha gente que ver, muchos cielos que visitar, mucha vida que descubrir. No creo que esta manía me mate, al contrario, me impulsa y hace que cada una de mis metas sean solo eso, metas. Y saber que lo bueno de llegar a la meta es tener la certeza de que luego tendrás que alcanzar otra.

viernes

El reto de los siguientes meses

Pues que estoy emocionada, al fin empecé mi máster en Edición y estoy supercontenta. No sé si he comentado alguna vez que una de mis mayores obsesiones estudiar, pues sí lo es. Nunca he sido una estudiante brillante, de las que opina en todas las clases y se saca los 'cummlaudens' (jajajaja ni siquiera sé cómo se escribe), pero me encanta aprender muchas cosas.
Tampoco soy de las que anda exhibiendo el currículum en todas las conversaciones, pero me encanta saber que voy logrando metas, porque estudiar, y a conciencia, es una de las cosas más complicadas que existe, pero también de las más divertidas y de las que mayores satisfacciones me dan.
Eso, espero sacarle el jugo al máster y hacerlo bien, me siento como con juguete nuevo.

lunes

Noviembre

Empezó noviembre y cada vez se acerca más el fin de año. Cada vez se acercan más los treinta. Y cada vez se hace más fuerte esa sensación de que el tiempo pasa volando, de que algo se descompuso en el mecanismo de los días y los meses, y las fechas, las celebraciones, los olvidos, todo, se va sucediendo tan abruptamente que asusta.

He estado muy callada este tiempo. Cada vez que he intentado escribir algo aquí me he descubierto sin palabras. Y también sin respuestas. La verdad debo confesar que lo que más me asusta es encontrarme sin respuestas. Como sin abrazos. Hoy desperté pensando en eso. ¿Hace cuánto tiempo no me dan y no doy un abrazo? Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que abracé. Y no me refiero a esos abrazos que das de vez en cuando, cuando encuentras a alguien a los tiempos, cuando deseas un feliz cumple, cuando felicitas, cuando te condueles. No. Me refiero a esos abrazos en los que puedes fundirte, en los que sientes que se te van las penas, en los que llegas a entender al fin que no estás sola, que hay alguien ahí que se ofrece a sostenerte. Y alguien a quien puedes sostener, porque los abrazos, los abrazos de verdad, no sirven si solo los recibes y no los das. A veces hasta siento que se agotó mi capacidad de abrazar y de recibir abrazos, yo he sido siempre muy reacia al contacto físico, pero siempre he necesitado abrazos. Como respuestas. Y, aunque sé que esto es para mí una catarsis, nadie me lee, que no hay respuestas...

Noviembre llega con muchas cosas. Llega con pequeños triunfos en mi trabajo, con pequeños tropezones, con grandes enseñanzas. Llega con un nuevo reto académico que me llena de emoción, de ilusión, de orgullo, pero también de incertidumbres. Llega con un poco de cansancio acumulado. Llega en silencio, sin romances a la vista, sin ganas de conocer a nadie, pero en el fondo con ganas de enamorarme. Llega con la necesidad de ver a mis amigos, con el apremio de aprovechar los momentos, las charlas... En fin, llega y a veces siento que no hay nadie que pueda recibirlo, que yo me quedé por allá en algún agosto y estoy más retrasada al tren de lo que he estado siempre.

Noviembre llega con lluvias y días grises, son pocas certezas y grandes incertidumbres. A veces no sé si detenerme junto a la ventana y ver cómo llueve mientras tomo fuerzas o salir a lluvia para fundirme en algo. En fin, perdón por la tristeza.