domingo

La maldita montaña rusa

Sí, todo esto de crecer y vivir es como subirse en una montaña rusa y dar ochenta mil vueltas, y gritar y marearte y no querer más, pero a la vez sentir que esa maldita adrenalina es la que te mantiene viva de alguna manera. Hace poco me sentía como escribiendo en cuadernito nuevo, y no he dejado de sentirme así en algunos aspectos, me siento bien porque siento que de alguna manera mi vida profesional va tomando algún rumbo, pero otros ratos siento que debería conseguirme un trabajo con un sueldo fijo, y luego me acuerdo de lo tanto que odio las oficinas y vuelvo a amar mi libertad. Tengo ochenta mil planes, como siempre, y demasiado poca concentración. Quisiera a ratos poder ser como esas personas enfocadas y triunfadoras que van hacia su objetivo y no miran a los lados, yo solo soy una champion que siempre está mirando a los lados y al objetivo y a los lados y al objetivo, y resulta que a veces ya no cacho qué es lo que está al lado y cuál es el objetivo. Y me escucho a mí misma diciéndome que no importa, que ahora sí quiero un amor civilizado, estar con alguien que me quiera y que valga la pena y que si es necesario esperar, espero; y me vuelvo a escuchar, en otra frecuencia, diciéndome que no, que quiero que llegue alguien ya, ahorita, que me apesta esta soledad que tanto amo. Y vienen las vueltas, las subidas, las bajadas, las rectas y luego las bajadas y luego estoy de lado, y veo que el carrito se mueve y alzo las manos y grito y luego pago otra vuelta y luego ya no quiero más. Quisiera ser una mujer enfocada, tener el corazón planito y racional, saber poner todos los puntos sobre las íes, y comerme el mundo, pero solo soy la Olivia, y en días como estos, que se están repitiendo mucho últimamente, solo quiero sentarme a llorar y dejar que el mundo pase con todo y su maldita montaña rusa, cerrar los ojos y alzar los brazos y gritar durísimo, durísimo.