jueves

Los perdones

Creo que ya he hablado varias veces de mi última relación, esa que no me dejó en realidad nada bueno. Es verdad, trato de pensar en los momentos buenos que pasé con este tipo y de seguro los hubo, pero no los recuerdo. De hecho, lo único que extraño a veces de él es a su linda familia, no a toda por supuesto, pero sí a sus papás, su hermana, su abuela y su sobrino, y ya. Últimamente he pasado muy deprimida, estoy en una mala época, en parte porque odio estar pobre y en parte porque siento que nada avanza en mi vida, y he pensado mucho en esa última relación y en lo que todavía arrastro de ella. La cosa es que cuando pienso en ese tiempo pienso que fui una mujer maltratada, no físicamente, pero sí recibí muchísimos golpes sicológicos, muchos más de los que yo merecía, este tipo fue un pendejo que lo único que hacía bien era herirme y tratarme mal, y yo aguanté, no sé por qué, pero aguanté. Y al final, gracias a Dios, terminó. Pero no puedo quitarme la idea de que fui maltratada y que en parte lo sigo siendo porque este idiota todavía me debe plata y yo sigo insistiendo para que me pague porque necesito esa plata y porque ya le regalé demasiado. La cosa es que he pensado mucho en esto del perdón, y en que quizá de alguna manera ya le perdoné a este man porque no me importa, porque más bien me hizo un favor al irse. Lo que creo es que no me he perdonado a mí misma por haber aguantado casi un año de tanta tontera, por haberme dejado maltratar y herir y pisar el poncho, en fin, por haber desperdiciado como idiota mi tiempo, mi dinero, mi cariño. Y a veces perdonarse a una misma es lo que más cuesta, es mucho más difícil porque una espera más siempre de quien más quiere y yo esperaba más de mí. Espero, ahora que entiendo a quién debo perdonar de verdad, poder curarme y perdonarme y seguir, y haber aprendido la lección.

domingo

Entre la valentía y la insensatez

Resulta que hace algo así como un par de meses sufrí de una sobredosis de Sabina, un viernes en que no tenía planes, y me dio por escucharlo y tomar pisco. La cosa es que gracias a Sabina y al pisco me atreví a escribirle un mail a PJ en el que le decía que pese a todo el tiempo que no sabemos del otro no quiere decir que no le recuerde siempre con cariño. Y PJ respondió y me dijo que el sentimiento era mutuo y que él también siempre me recordaba pero no había tenido la valentía de escribir un mensaje y decírmelo. Desde ahí hubo varios mensajes medio pendejos en los que fue lindo saber del otro pero no nos dijimos mucho, al menos ninguno insinuó siquiera la posibilidad de volvernos a ver. Luego la cadena se rompió (PJ ya no tuvo nada más que decir) y ahí quedó todo. Hace algunas semanas lo volví a ver, a la distancia, y seguí caminando. Una semana después de eso lo volví a ver en la misma esquina, a la misma distancia y lo saludé de lejos, él hizo lo mismo, pero seguí caminando, no caminando, casi empecé a correr, cuando bien pude haberme quedado esperando que cruzara el semáforo para conversar y oír su voz a los tiempos, pero no lo hice, corrí. Y, claro, a la semana siguiente volví a pasar a la misma hora por la misma esquina y ya PJ no apareció. Parece una historia adolescente, pendeja, platónica, y tal vez lo es. La cosa es que esto me puso a pensar entre cuál es el límite entre la valentía y la insensatez, si de verdad fue valiente volverle a escribir o más fue insensato de mi parte, si de verdad PJ fue cobarde por no haber escrito nunca un mensaje, o si solo fue sensato. No sé, la cosa es que por más que me muera de ganas de abrir la puerta, por más que el corazón quiere escribir y esperar en la esquina no lo hago y no por miedo, sino porque me pregunto qué sentido tendría. En fin, ¿de verdad cuando abrimos puertas herméticamente cerradas somos valientes o solo somos unos insensatos que nos empeñamos en despertar fantasmas?

Nunca supe llegar a fin de mes...

Hay una versión de Contigo, de Sabina, en la que esta parte, que en la original dice "no me pidas llegar a fin de mes" se cambia por "nunca supe llegar a fin de mes", y es la parte con la que más me identifico. Nunca he sabido llegar a fin de mes, en ningún aspecto. En lo económico soy un desastre, plata que llega a mis manos es plata gastada. Nunca guardo para mañana, no tengo colchones ni dinero en la cuenta ni planes, nunca sé qué hago con la plata, pero sé que la disfruto, nunca me niego un gusto, y, claro, a fin de mes estoy sufriendo porque estoy pobre, porque no tengo para pagar las deudas, porque me falta dinero, pero vuelvo a tener plata y no puedo llegar a fin de mes...
En el resto de cosas me pasa lo mismo. Nunca guardo nada, siempre me gasto todo a manos llenas, sin importar si después me quedo pobre y deprimida porque me quedo sin nada. Cuando estaba con PJ (sí PJ, siempre PJ) Contigo era nuestra canción y ahora que pienso en ella me doy cuenta de que en esa relación tampoco supe llegar a fin de mes, nunca. Siempre derroché el amor, sin guardarme nada, sin pensar que de pronto iba a necesitar un poquito para las noches frías dos años después, nada. Siempre he sido una botarate, una botarate de plata y de cariño y de sentimientos, siempre he sido de esas personas que dan todo, que se gastan todo sin pensar en el frío de después o en el dolor de después o en la pobreza de después. Cuando tengo algo me lo gasto todo, sin pensar en el después. No sé si eso sea bueno o malo, solo sé que esta etapa de ahora es ese fin de mes que me estresa, me estresa porque todo en mí está vacío: el bolsillo, el corazón, las ganas.
Lo bueno es que sé que todo esto siempre son etapas, que ya mismo me pagan y acabaré con todo. Que algún día, cuando PJ termine de irse, va a llegar alguien con quien me gastaré todo lo que sienta, sin esperar, sin pensar. Ojalá también apareciera el genio de la lámpara y me otorgara el don de la riqueza inacabable :-)

viernes

Responsabilidades ajenas

Siempre que termina el semestre pasa lo mismo: llueven los mails, los ruegos, las llamadas de mis alumnos para que les suba puntos o les 'ayude' a pasar la materia. Es que verá, profe, si me quedo pierdo la beca. Es que esta es mi tercera matrícula y si me jalo ya no estudio más y me tengo que ponerme a estudiar. Profe, tengo que pasar con A porque si paso con B se me arruina el cárdex, etc., etc., etc. Todos estos ruegos para tratar de chantarme a mí la responsabilidad por la pérdida de la beca, por tener que estudiar, por pasar con B, etc. Es que parece que estamos muy acostumbrados a responsabilizar a otros de lo que es nuestra responsabilidad, obvio, es más fácil. Resulta más fácil que la profe sea la responsable porque yo no haya pasado que yo, que no me esforcé lo suficiente durante todo el semestre.
Y, claro, lo que más me molesta de todo esto es que siempre hay una autoridad que te pide que seas buena gente y le acolites al pobre guagua, qué desgracia, como que yo fuera la mamá del guagua. Al final todo se vuelve un círculo vicioso porque si ayudas estás haciéndote cargo de responsabilidades ajenas, pero mi caso no es ese, creo qeu con el tiempo una aprende a no hacerse cargo de los problemas de otros, al menos en el caso de mis pequeños.
Espero poder aprender esta lección también en otros aspectos de mi vida, en mi última relación me hice cargo de los problemas de mi ex y me fue mal, muy mal...