jueves

¿Ya es tiempo de reciclar?

Primero, recuerdo una línea de Les Luthiers: 'Una mujer atrapada por su pasado. Suéltame, pasado'. Eso, estos días me he sentido un poco así. He vuelto a toparme con varios hombres de mi pasado y todo ha sido muy extraño, como que ya no hubiera nadie más a quién conocer, como que el chocho que es Quito se fuera quedando más y más chiquito. Es extraño.

Ya hablé del amante azul, al que me alegra ver y el que me gusta que se quede, que se quede un tiempo, aunque siempre tengo la secreta fantasía de que se quede por mucho más que un tiempo. Pues él fue el primer hombre de mi pasado con el que me encontré, fue lindo, es lindo...

Luego me encontré con mi ex oasis y fue muy lindo verle también. Creo que la herida ya sanó y fue muy lindo y muy bueno. Hace unas días pasamos una tarde de amigos muy pero muy bacán y muy didáctica para mí: aprendí cómo compran ropa interior y perfumes los hombres, toda una experiencia extraña y divertida, ojalá unos de estos días pueda hacer un post sobre esto.

Hace un par de semanas también me reencontré con mi último ex novio, con el que tuve la relación más abrupta y extraña de mi vida. Vivió un mes conmigo y luego se fue de pronto porque le salió un trabajo. Y se fue nomás. Y ahora vino, pero para recoger sus cosas. Creo de los ex que he vuelto a ver este es el encuentro que menos me ha gustado, no sá por qué, nunca me enamoré pero en el fondo me sentí un poco engañada. Pero bueno.

Y por último, otro de mis ex algo al qeu encontré de casualidad en un bar hace pocos días. Lo curioso fue que no tuvimos problemas en vernos, recuperar nuestros teléfonos, en fin. Y él, que jamás me invitó antes a nada, esta vez me llamó para ir al cine- Extraño, muy extraño.

Y eso, lo curioso es que vuelven a aparecer, pensé que los había dejado en el pasado y vuelven, no como en el pasado, en realidad me siento bastante poderosa al respecto porque ya no me siento vulnerable, pero me asusta la posibilidad de que de pronto ya no quede nadie más para mí, que tenga que empezar a reciclarlos como para buscar si algo se nos pasó antes y si la nueva actitud ante la 'pareja' nos puede llevar más allá. No sé. O solo sea una señal de que debo cambiar de sitio, de que debo ir a otros lugares, de que debo frecuentar a otras gentes.

No me urge encontrar a alguien, pero todo esto me deja la duda de si de pronto ya dejé ir al que era, al que debía compartir el viaje conmigo. En fin...

Vamos a contar mentiras

Siempre he tenido ganas de escribir un poco sobre las mentiras que nos inventamos para disimular nuestros fracasos. He aquí una historia:

P es el típico machito, en la empresa está acostumbrado a que todas las mujeres se fijen en él. Pero llegó ella y, claro, tuvo un poco de ganitas de saber qué era lo que lo hacía tan irresistible y como ella también es irresistible lo conquistó enseguida. Todo fue cuestión de días, una salida, una visita de él a su casa, nada más. Eso fue suficiente para que ella descubriera que P en realidad no tenía nada de irresistible, que era un odioso narcisista y que encima olía mal. Entonces, ella dejó de responder sus mensajes, nunca lo buscó y siguió comportándose igual de atenta cuando se lo encontraba en los pasillos. P tampoco insistió, por supuesto, en días ya tenía otro objetivo. La verdad era obvia: entre los dos no hubo feeling, solo ganitas y ya.

Ahora, la mentira según P. Según él, hubo mucho feeling entre los dos e iniciaron un romance (bueno, digamos que no es tan mentira, si tomamos como romance a una salida y una acostada), pero se cruzó una mujer más linda y P la abandonó a ella, que quedó muy triste con la historia, pues, como todas las mujeres que han pasado por su vida, no se resigna a perder a semejante partidazo. Entonces, ella, cual una viuda, llora en los pasillos y lo busca, pero su generoso corazón ya pertenece (al menos durante esta semana) a otra.

Eso, la historia, como tantas otras, es real y pudo haberle pasado a cualquiera, de hecho, me imagino que cualquiera de nosotras debe haber pasado alguna vez por una historia como estas. La cosa es que a nosotras no suele asustarnos tanto la verdad, si no hubo feeling no hubo nomás, nadie se va a morir porque alguien que pensaste que iba a gustarte no te gustó tanto el rato del rato. Pero siempre hay el típico que se inventa la historia de que ella se muere por él y solo porque no puede aceptar que a veces las cosas no funcionan entre la gente normal, que no puedes parecerle un bombón a todas. En fin...

Sin sentimientos

En su blog, Litit hace una pregunta abierta: ¿han sentido que se quedan sin un solo sentimiento alguna vez? Pues mi respuesta es sí, bueno, eso de quedarse sin un solo sentimiento es relativo, porque incluso estar consciente de no sentir nada es sentir algo, pero sí, hay veces en que solo soy un zombi que camina, que se mueve, que vive, que trabaja, que tiene sexo sin un solo sentimiento.

Lilit se refiere al sexo casual cuando habla de quedarse sin sentimientos. A esa sensación horrible de tener a alguien encima o abajo y no sentir nada, ni deseo, ni pasión, ni asco, nada, sino hacerlo mecánicamente, como lavarse los dientes o ponerse las medias. Es terrible, pero me ha sucedido también. Es terrible porque luego de ese momento, cuando corres a abrir la llave de la ducha para quitarte de encima no solo el olor sino la presencia-ausencia del otro, viene la nada, el preguntarte qué estoy haciendo, hasta qué punto he llegado, en qué me estoy convirtiendo. Pongamos de lado cualquier precepto moral porque esto no se trata de moralidad o no, se trata más bien del encuentro con una misma, con sus propios límites, con sus puntos ciegos.

El no llegar a sentir nada me parece que es una alerta, no sé si de nuestra psiquis o de nuestro cuerpo o de ambos, de que algo no anda bien, de que es tiempo de pensar en nuestras propias necesidades y en nuestras prioridades. Y bueno, si el sexo es una prioridad y una necesidad, hay que aprender a disfrutarlo como eso, como algo intrínseco a nosotros mismos. Pero si el sexo no es la prioridad, sino el puente hacia otras prioridades, pues hay que tomarlo así y vivirlo así, como el medio para algo, no con el fin, tampoco como el escape para tapar nuestras carencias.

En fin, no creo que sea malo quedarse sin sentimientos, solo es como cuando vaciamos un balde, tiene que venir agua nueva, tienen que surgir otras cosas que calmen nuestra sed, y las cosas primordiales, esenciales, son las que quedarán en el fondo, dando sabor a las cosas, a la vida. Nosotros somos como el balde, solo tenemos que ser valientes para dejar llenarnos de nuevo, solo no hay que tener miedo de no sentir lo mismo... Ay, ojalá haya sido clara.

miércoles

Ocho cosas que nadie sabe de mí

Voy a cumplir la tarea que me envió Ícaro, a ver cómo me va.

1) Hablo sola. Cuando me quedo en la casa y nadie me ve, hablo sola y me imagino escenas con gente a la que quisiera ver y con la que quisiera hablar. Casi nunca los comentarios vertidos en mi casa conmigo salen de la puerta.

2) Amo la soledad pero la odio. Soy bastante solitaria, me encanta estar conmigo, adoro vivir sola y me gusta mucho ir sola al cine, a caminar, al teatro, a farrear, viajar. En realidad no me hago líos, pero en el fondo no quisiera tener que hacer tantas cosas sola, al menos no la mayoría de veces.

3) Siempre he pensado que tengo una buena estrella. Es como si el genio de la lamparita siempre saliera para mí, bueno, mejor dicho me considero una de esas hijas mimadas de Dios. Siempre que deseo algo se me cumple, quizá no en el instante pero sí en el momento adecuado.

4) Mi ángel de la guarda hace horas extras. A veces me he metido en camisas de once varas y todo sale bien. Sobre todo recuerdo esa vez en que un total desconocido, en una ciudad totalmente desconocida como Roma me llevó a hacer un city tour en su auto. No sé cómo no me violaron, mi pobre ángel de la guarda no debe haber disfrutado mucho de mis vacaciones.

5) Me deprimo todo el tiempo. Soy bastante depresiva, siempre me pongo triste porque pienso que nadie me quiere (aunque me conste que no es así), porque no encuentro al amor de mi vida, porque trabajo a lo bestia pero no me alcanza la plata. Lo bueno es que siempre tengo a Silvio Rodríguez y mi maravilloso libro de Todo Mafalda y, claro, una mano que siempre me sostiene. Claro que procuro deprimirme en privado.

6) No me gusta el contacto físico, pero lo necesito. No soy de las personas que anda abrazando y besando a todos, es más, suelo huir de cualquier contacto físico. Pero hay días en que me muero por un abrazo y no lo puedo pedir.

7) Siempre quise bailar ballet. Es mi sueño frustrado, mis papis no tuvieron plata para meterme en ninguna academia y ahora es un poco tarde porque soy poco flexible. Pero siempre he pensado que si tengo una hija tendrá que estudiar ballet.

8) Me resulta muy difícil perdonar a la gente que me ha traicionado o me ha decepcionado, olvido con dificultad y soy bastante rencorosa. A veces hablo de más cuando me refiero a gente que me ha fallado y suelo guiarme mucho por las primeras impresiones.

Eso es todo...

domingo

Códigos morales

Este es un tema que ha rondado desde el viernes. Y hoy, domingo, se me ocurre escribir un poco de esto. Estaba pensando en las cosas que yo no haría nunca, pero nunca es nunca.

Algo que no haría nunca es cruzarle el levante, el novio, el agarre, el amante, el ex o lo que fuera a alguna de mis amigas. Y eso, jamás sería capaz de pararle un poquito de zona a alguien que haya estado con una amiga mía, independientemente de si la relación haya funcionado o no, de lo que sientan el uno por el otro, de que no se hablen nunca, de que sepa que esa pareja no va a ninguna parte.

Jamás sería capaz de hacer algo así, es más, nunca le daría mi teléfono a uno de estos hombres que no tienen por qué estar en mi vida y ni siquiera seríamos amigos, por más que a mí me cayera bien o se me cruzara por la cabeza que hasta nos iría bien. No, nunca lo haría y eso porque no me parece justo pisar en terreno ajeno, porque no me parece pertinente sacrificar una amistad por un hombre, porque sé por último que al final la vida te devuelve con creces las cosas buenas o malas que has hecho.

Eso, creo que un par de veces me han gustado hombres ajenos, y cuando hablo de ajenos me refiero a hombres que hayan estado alguna vez en territorio de mis amigas, y creo que esas veces, que no se las he contado a nadie, me he sentido pésimo, una intrusa, en fin. Pero me he sentido mal solo con la idea, supongo que si diera un paso más no me pudiera perdonar nunca. La vida es muy extraña, el rato menos pensado estás en sitios donde nunca pensaste estar y donde juraste que nunca ibas a estar, pero creo que el día en que se me ocurra entrar a territorio ajeno me habré convertido en la que no quiero ser, espero que no suceda. Y espero, por supuesto, que mis amigas se manejen por los mismos códigos morales que yo, amén por eso.

sábado

Perdiendo ante todo el glamour

Hay días en que amanezco mal, deprimida, fea, sola, en que la vida me apesta y solo quiero volver a dormir para ver si es posible levantarme por el otro lado de la cama y borrar los días de mierda.

Hay días en que me arrepiento de decir cada una de las palabras que digo. En que me arrepiento de hablar con la gente que hablo. En los que me arrepiento de mirar, de querer, de esperar, de vivir. Esos días en los que lo primero que pierdo es el glamour y me quedo ahí, harapienta, vergonzosa, asquerosa, en medio de la calle, a la orilla de las alcantarillas.

En fin, ayer fue uno de esos días horribles. Era un día de esos que prometían porque traían promesas y un poquito de esperanzas. ¿Esperanzas de qué? Supongo que las mismas esperanzas de los últimos tiempos, de esas frágiles y mentirosas que solo te mantienen viva porque debes estar alerta para andar en la cuerda floja. Pero, bueno, abrigaba esperanzas. Y al final, cuando todo parecía bueno, se cagó, así no más, se arruinó y me dejó rotas ochenta mil cosas y con las lagrimitas en las comisuras de los ojos.

No hay mucho que decir, solo que algún día debería aprender al fin. Olivia, me digo, ya es horita, deja de ser cojuda y entiende por fin que no hay hombres que valgan la pena. Olivia, sé por favor más discreta cuando hables de tu vida. Olivia, deja de confiar en la gente como si todos fueran tan transparentes como tú. Olivia, Olivia, ante todo el glamour, no llores como una imbécil cuando todos están viendo. Olivia, deja que las procesiones y las inseguridades caminen por dentro, a nadie más le interesa. Olivia, Olivia, ¿qué son los amigos?

Pero no, al final sigo siendo sordita y cieguita y dándome contra la mismas paredes y cayéndome en los mismos huecos. Y algún día aprenderé, me digo, pero el tiempo pasa y me doy golpes en la vida que al final me dejan llena de heridas y deforme.

viernes

Un poemita (o algo así)

A los tiempos que escribo algo, aquí les va:

La primera vez no me reconocí en tus ojos,
la segunda tampoco,
la tercera menos,
pero seguí esperando,
como si agazapada detrás de la memoria
quisiera reencontrarme
y recordar mi nombre.
Nunca pasó
porque hay fantasmas buenos.
Hay fantasmas que al perder el cuerpo
solo se van y ya,
sin dejar señales.
Se llevan todas sus huellas,
todas sus palabras
y todas sus memorias.
Borran de las esquinas
los polvos que no habían barrido
y se atragantan con las frutas
que ofrecieron al demiurgo.
Tu fantasma es un fantasma bueno,
porque me hizo el favor de alejarse de mi aura,
porque nunca asustó a mis niñitas tristes
ni cruzó las paredes de males necesarios.
Quizá por eso sea que no estuve en tus ojos,
que fui un vampiro sabio
que no encontró su imagen,
que después de tres lunas
de espera y desmemoria
solo me fui cantando una canción ajena.
El fantasma bueno y el vampiro sabio,
qué magnífica historia se hubiera dibujado.

lunes

¿El amante azul?

Los amantes. Últimamente he pensado mucho en lo que significan los amantes. Últimamente he tenido varios amantes, he conocido a muchos hombres que se han quedado segundos en mi vida y luego se han ido, casi siempre por la puerta de atrás, con la absurda promesa de llamar, de volver a verte. Pero hay los que no se van, esos que de alguna manera u otra están en tu vida y llegan en los momentos precisos y se van por la puerta por la que tú misma sales y dejan una dulce estela y ninguna promesa.

Hay uno, sobre todo, con el que me volví a encontrar después de algún tiempo y en algún tiempo también lo había vuelto a encontrar después de algún otro tiempo. Y siempre, de un modo u otro, sé que va a volver y lo añoro y no, pero vuelve y siempre es bienvenido. Siempre es lindo toparnos en alguna estación y compartir un camino, sin ninguna promesa, sin ninguna intención de que lo que hay entre los dos se convierta en algo, sin la idea de darle al otro un nombre que no sea el de amante.

Y luego de amarnos nos separamos, nos separamos y no duele, nos podemos encontrar en la calle y conversar en paz como viejos amigos, porque el ser amante te da a veces la potestad de ser una vieja amiga. Y es un regalo volver a verse y saber que la despedida nunca es definitiva, que en alguna estación volveremos a coincidir y a compartir el vagón y un pedacito de vida.

Cada vez dudo más de que a mi vida llegue el príncipe azul, pero él es mi amante azul por excelencia, es el hombre con el que no quiero quedarme pero que agradezco cuando está y agradezco cuando se va porque se que luego volveremos a encontrarnos, cargados de más vida, de más historias, de más experiencias, para descargar el equipaje encima de la cama.