lunes

De Macondo a Comala (y viceversa)

Muchas veces siento que hago ese viaje imaginario de Macondo a Comala, de ida y de vuelta. Muchas veces me siento en Macondo: todo es una locura, la vida ocurre vertiginosamente, es igual mirar mariposas amarillas, que sentirte suspendida en el aire, ver niños con cola de cerdo, asombrarte al descubrir el hielo, morir en cataclismos alucinantes. Otras veces estoy en Comala: en el pueblo desierto, desde cada una de cuyas esquinas me hablan mis fantasmas. Unas veces soy Olivia Buendía y otras Olivia Páramo.

El viaje de Comala a Macondo (y viceversa) es un viaje que no me canso de hacer. No sé si sea el más agradable o el más placentero, pero es una especie de manía mía que siempre me mantiene de aquí allá, entre la locura y la soledad. ¿Será que algún día paro? No sé, hacer el viaje siempre ha sido apasionante porque entre la Olivia Páramo y la Olivia Buendía descubro una infinidad de Olivias que me van convirtiendo en la mujer que soy y de alguna manera me van alejando también de la Olivia que soy.

Hoy es uno de esos días contradictorios, de esos en los que quiero alucinarme poniendo un cartelito con el nombre a todas las cosas y al mismo tiempo quiero caminar por calles desiertas. En fin, no hay mucho que decir.

2 comentarios:

Ti. dijo...

no sé si me equivoco, pero yo más bien creo que tu eres todas esas Olivias juntas y por separdo que hacen lo que sos verdaderamente

Vagandomundos dijo...

today I love you more than before...