miércoles

El Gato Bonsái y mis mitos urbanos


Hace como un par de semanas conversaba con alguien y se cruzó el tema de los gatos bonsái, ¿se acuerdan? Ese experimento cruel que se supone que se hacía en Japón en el que se metía a gatos chiquitos en recipientes de diversas formas para que, pasado el tiempo, adoptaran la forma del recipiente en el que crecieron. Estos gatos, supuestamente, ya estaban empezando a venderse y a servir de mascotas de excéntricas y crueles personas. Terrible, recuerdo que circulaban por la Red millones de quejas y demandas contra esta práctica y una, como navegadora consciente de la crueldad, enviaba a toooooooodos sus contactos. Afortunadamente luego se descubrió que la historia de los gatos bonsái no era cierta: un estudiante del MIT había inventado la mentira y la había puesto a rodar.

En fin, así como el gato bonsái hay muchos mitos urbanos que nos cuentan y echamos a rodar por ahí hasta que se convierten en verdades, en cosas que le pasaron a la suegra del amigo del primo de la novia del papá de alguien, pero que nadie a ciencia cierta puede demostrar. Cuando estaba en la U y se inauguraron en Quito las grandes salas de cine, corría la historia de que en el cine sin darte cuenta te pinchaban con agujas infectadas de VIH o te daban a oler muestras de perfume que tenían burundanga, nunca conocí a nadie que lo hubiera sufrido.

Había también la historia de que en la calle te daban papeles con alguna droga que te dejaba grogui y luego te violaban y te llevaban a tu casa y te robaban todo. Diosito, me imagino a esos pobres que trabajan repartiendo papeles en la calle sin poder entregar uno solo, cómo habrán odiado a esa manga de paranoicos... y a los medios, que hacen su buena parte difundiendo leyendas y mitos.

En fin, si una hiciera caso de todas las historias que circulan por ahí, probablemente no podría moverse de la casa ni abrir las puertas a nadie, no tomar agua de la llave, ni cocinar, ni comer (¡horror de horrores: toda la carne que consumimos es de caballos!) ni hacer nada, en fin, ni recibir ni hacer llamadas, no vaya a ser que un rayo nos paralice en el exacto momento en que estamos hablando con nuestros amigos.

Después de recordar sobre todos esos mitos urbanos con los que hemos crecido y los que seguimos oyendo, me puse a pensar en cuáles son mis propios mitos, las verdades que me creo porque alguien me las contó o porque las soñé o porque las inventé. Y hay uno, que todavía no compruebo si es cierto o no, que dice que cuando te acuestas con alguien que apenas conoces las cosas no funcionan, ¿será?, ¿será que la relación que empieza en un bar y va de una a la cama es tan mito urbano como el gato bonsái? Bueno, me ha pasado eso de conocer a alguien y de una, pero nunca he tenido la expectativa de que las cosas funcionen, quizá porque el mito está arraigado, pero queda la pregunta en el aire.

También hay el mito de que si amas algo debes dejarlo ir, si vuelve es porque es tuyo y si no vuelve es porque nunca te perteneció. Sinceramente he creído mucho en este mito, mejor dicho, he querido creer muchas veces que es cierto, pero a medida que pasa el tiempo compruebo que no es para nada verdad. Nada vuelve, es una necedad pensar que las cosas o la gente que has dejado ir van a volver, así como es necedad retenerlas, por supuesto. En lo que sí creo es en que el Universo fluye, que las cosas pasan, que la gente sigue su camino, así como tú sigues el tuyo, que las cosas cumplen un proceso en el que se van transformando y te van transformando, pero de volver, no vuelven y quizá en eso mismo radica su encanto, en el hecho de que hay que aprovecharlas y dejarse transformar y aportar a la transformación... pero no hay que retener. Nada es de uno. Mito negado.

Eso, no creo que se me ocurre nada más. A ratos quisiera retener a algún gato bonsái, pero me temo que no hay cómo, hay otros mitos por develar y otros que inventarse y echar a rodar, jeje, ya llegará el momento.

1 comentario:

Ti. dijo...

sabes que entre idas y venires el mito que simpre me persigue y que parece ser cierto pero que no me atrevo a creer aún es que "homres y mujeres no pueden ser amigos". Pasa el tiempo y yo sigo trando de que eso sea cierto.