viernes

Un poemita (o algo así)

A los tiempos que escribo algo, aquí les va:

La primera vez no me reconocí en tus ojos,
la segunda tampoco,
la tercera menos,
pero seguí esperando,
como si agazapada detrás de la memoria
quisiera reencontrarme
y recordar mi nombre.
Nunca pasó
porque hay fantasmas buenos.
Hay fantasmas que al perder el cuerpo
solo se van y ya,
sin dejar señales.
Se llevan todas sus huellas,
todas sus palabras
y todas sus memorias.
Borran de las esquinas
los polvos que no habían barrido
y se atragantan con las frutas
que ofrecieron al demiurgo.
Tu fantasma es un fantasma bueno,
porque me hizo el favor de alejarse de mi aura,
porque nunca asustó a mis niñitas tristes
ni cruzó las paredes de males necesarios.
Quizá por eso sea que no estuve en tus ojos,
que fui un vampiro sabio
que no encontró su imagen,
que después de tres lunas
de espera y desmemoria
solo me fui cantando una canción ajena.
El fantasma bueno y el vampiro sabio,
qué magnífica historia se hubiera dibujado.

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