jueves

De procesiones y certezas

Justo ahora que empiezo a escribir este post me acuerdo del típico pasillo (mmm creo que es pasillo) Pesares: '¿Qué me dejó tu amor?, mi vida se pregunta y el corazón responde: pesares, pesares'. No, no piensen que me siento tan mal como para andar pasillezca, no, solo me acordé, porque me estaba preguntando qué me quedó al final de mi historia reciente. Historia... suena como una palabra muy grande, pero a veces hay historias que duran poco tiempo y dejan una huella en tu historia personal, algo así como una efeméride en tu vida, en fin.

¿Qué me ha dejado? Una procesión que va por dentro, ante todo el glamour, por supuesto, nadie tiene que enterarse de que arrastras dolores, solo tus amigos cercanos tienen ese derecho, quizá porque son los que te acompañan en la procesión. Me sigo sintiendo un poco triste, sobre todo de noche, cuando estoy sola en la casa, cuando me pongo a escribir o a ver la tele o a cocinar, sí hago todo el esfuerzo por mantenerme ocupada, pero es como que hay un gran vacío. Es extraño porque mucho espacio del vacío siempre estuvo vacío, me refiero a que no hubo muchos pretextos para recuerdos, pero es como que esos momentos esta soledad se ahonda más y se siente más sola. Pasará...

Pero hay algo que esta historia me ha dejado: la certeza de que aún soy capaz de enamorarme. Con esta son solo dos veces las que me he enamorado, al menos en serio, con seguridad, con ganas de querer quedarme, con ganas de querer querer. Cuando terminó la historia con el hombre de quien me enamoré por primera vez (una historia de cuatro años, con muchas primeras veces y casi al pie del altar), algo se atrofió en mí y fue precisamente esa capacidad de querer estar con alguien de a de veras, de querer quedarme, de querer descubrirme ante otra persona. Cuando terminé esa relación la consigna siempre fue protegerse, huir cuando me sentía atrapada, causar la huida del otro, evitar el caos de volver a sentir. Me había ilusionado, sí, pero nunca me había enamorado. Incluso siempre enarbolaba orgullosa el solo haberme enamorado una vez (qué patética).

Y volvió a pasar, me volví a enamorar y otra vez me rompieron el corazón. Pero algo cambió esta vez. Me siento absorta al descubrir que aún puedo enamorarme, que aún soy capaz de sentir cosas, que algún día voy a poder dejar de huir. No sé cuántos hombres se habrán enamorado de mí, supongo que habrá habido alguno y que de pronto rompí un corazón sin querer... Pero al menos ahora tengo una certeza: soy capaz de amar y si tengo esa capacidad y algún día coincido con alguien en este viaje que quiera lo mismo, pues se armó...

Y eso, ¿qué me dejó tu amor? mi vida se pregunta y el corazón responde: certezas y procesiones. Lo bueno de las procesiones es que duran solo lo que dura la ruta.

1 comentario:

Ti. dijo...

Saber que shungo todaví late... es maravilloso aun que duela